Editorial Artesa
Una artesa se identifica primeramente en calidad de artefacto que se emplea para amasar el pan como alimento corporal y espiritual.

Remite hacia el concepto de arte: la manera, la habilidad, la cualidad de quien sabe hacer bien cierta cosa, la creación de cosas bellas, por ejemplo.

Conduce también hacia un especial oficio, el artesanado, hacia un producto, la artesanía, hacia una cofradía, el artesano, que tiene un antiguo parentesco con la actividad editorial que aquí desarrollamos.

Remite finalmente a la idea del principio, como cuenco, batea, bacía, amasadera... una artesa como metáfora múltiple en el ámbito del arte y literatura.
¡Hay que saber los trucos del Mago!
Mediante el género de Crónica literaria el Autor da forma a una Ficción didáctica que resalta la importancia del Arte de Leer y el Arte de Escribir. Todo lo concerniente al Arte, a la Literatura se expone, explica, reflexiona a través de una Metáfora temporal y espacial: un Viaje de Iniciación por el Mundo de las Letras que realiza un Aprendiz de escritor en un Taller literario de provincia. Un viaje que culmina finalmente en un decálogo de instrucciones prácticas y teóricas… que no es otra cosa que una Síntesis cultural emanada de la Mente y las Palabras de una Maestra educada en el Alma Madre de los Mexicanos, la Universidad Nacional Autónoma de México.

En este libro se invita al Lector a transitar por el camino de la transformación artística y literaria en doce instructivas lecciones, presentes aquí en calidad de Aforismos: ¡Hay que saber los trucos del Mago! Crea tu propio personaje. Soltarse y escribir bien. Tú pones las reglas del juego… Y, al final, la intrusa Paradoja: una recomendación a nuestro juicio muy consecuente con el Contenido: Corazón tierno, alma cariñosa, ¡no te dejes embrujar! Es decir, no te dejes engañar por los pensamientos ni por los sentimientos de los demás, ni por ti mismo.
“Toda forma de sociedad humana tiene su origen
y sustento en el sacrificio”.

Roque Ramírez
Almas en Sacrificio
El ser natural, la naturaleza encarnada en la mujer primigenia, es el objeto inmediato del hombre. A su vez, el objeto primero de la mujer, es el hombre; o sea, la naturaleza misma personificada. Las especiales fuerzas sensibles de ambos, hombres y mujeres, la sensibilidad humana en sí, solo encuentra su realización en los objetos naturales; es decir, en ellos y entre ellos mismos; esto es en el amor y el trabajo. Porque, tanto ellas como ellos, solo pueden encontrar el conocimiento de la vida, el autoconocimiento, en la razón y la acción de ser natural y social. Y el sustento originario de esa actividad sublimada, de ese amor, de esa acción de ser y no ser, es el sacrificio mutuo, la instintiva e inconsciente ofrenda libidinal, el auto-sacrificio. De aquí que sean, de manera primordial, en su relación existencial, natural y social, histórica y cultural, como Eva y Adán: Almas en Sacrificio.